Sin traducciones, ni Shakespeare ni Homero serían lo que son.

11 abril 2012

No disparen al becario (capítulo III)

«El becario que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina» Seguro que coincidiréis en que los periodos de mayor pánico llegan cuando casi toda la plantilla está de vacaciones. Por lo tanto, más trabajo y responsabilidad para el becario (lo que puede animarnos, en cambio, por la confianza que ponen en nosotros).

Justo en ese periodo cuando los supervisores están de vacaciones, (o por regla general siempre), es cuando nos damos cuenta de que en ningún momento contamos con una supervisión del trabajo. Y luego alguien se encuentra con gazapos de lo más variopinto.  Y claro: «la culpa fue del becario, que anda siempre despistado.»

Ahí está la cuestión: ¿Hasta qué punto es lícito encomendar algo a un becario y que llegue al cliente final sin haber sido supervisado antes por un profesional? Si hay errores, ¿de quién es la culpa? ¿No aprenderían más los becarios si recibiesen correcciones? Si se da por hecho que los errores siempre ocurren porque hay un becario detrás, se está juzgando la capacidad profesional por la calidad laboral, vamos, que el que cobra menos es más torpe. 

«¡Becario, Presidente!» Por otro lado, y volviendo un poco a mi historieta personal, en un principio yo pensaba que mi labor iba a estar más enfocada a la traducción, pero el porcentaje de tareas de traducción comparado con las tareas de administración y gestión fue infinitamente menor. ¿No debería la Universidad indagar un poquito más en la empresa y en las funciones que encomendarían a los becarios y dirigir esas prácticas a carreras más acertadas? Porque claro, yo no era nadie para quejarme y decir: ¡Quiero traducir! Personalmente pienso que esas prácticas deberían haber estado dirigidas a estudiantes de Administración y Gestión de Empresas con buenos conocimientos en idiomas, y no tanto a alumnos de Traducción e Interpretación.

«Para sistema precario, el del becario» Obviando las prácticas no remuneradas de las que ya hablé, vamos a centrarnos en la verdadera definición del becario, el que sí recibe compensación económica. Entiendo que sea inferior a la que perciben los demás trabajadores, ¿pero... tanto? Lo malo viene cuando nos topamos con otras cosas también «inferiores», o nulas, como no estar dados de alta en la Seguridad Social, lo que llega a ser incorrecto por la inspección de Trabajo y Seguridad Social, y hasta pueden a imponer sanciones si, (y sólo si), la labor de los becarios es similar a la de los empleados de la plantilla. EJEM. No hay más que opinar.


«Apadrina a un becario» Concluyo mi mini-serie de los becarios con una realidad: es evidente que todos tenemos que empezar desde abajo, yo quiero seguir siendo becaria durante mucho más tiempo, pero también nos merecemos seguir creciendo dentro de la propia empresa, ¿no? Somos gente con ganas de aprender, formarnos y hacernos un hueco en un campo específico… Ahora bien, ¿cuántos becarios conocéis que se han convertido en un profesional válido y con un contrato real?

4 comentarios:

  1. ojala puedas ser becaria mucho tiempo!. x supuesto q os merecéis + y mejor consideración y remuneración, pero así es la vida, s empieza dsd abajo y s va aprendiendo. NO DESESPERES.
    AH! m gusta cómo lo cuentas, t seguiré.

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    1. No desespero, seguiré echando mi currículum de becaria en apuros para poder seguir llenando mis entradas con quejas en el blog :) Si no, ¡¡siempre puedes apadrinarme tú!!

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  2. jajaja yo te entiendo. Soy ya casi manager senior de becaria!

    Un saludo

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    1. Jajaja posiblemente tengas más responsabilidades que cualquier manager senior de algún departamento :)

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